miércoles, 15 de junio de 2011

Desde la bronca...

Pido perdón porque me voy a tomar el atrevimiento de escribir parado desde la pasión, donde sabemos que todo es volátil, efímero, y porque no, ilusorio. Siempre corriendo el riesgo de equivocarme gravemente, pero en algo nuevo, como sucede los "adicionales 60 minutos".
Estoy con bronca, con ganas de plasmar aunque sea en banales palabras esto que me lleva a mirar las cosas esta vez (espero que sea la última) desde esta mentirosa cumbre de la bronca.
¿Cómo es esto de no poder más? ¿De qué se trata este buzón de que "la cosa no cambia"? ¿Algún osado se preguntó que es la cosa? y ¿por qué no cambia? Y planteo estas cuestiones porque estas expresiones siempre vienen a colación o como referencia a Personas, si, con mayúscula, por el solo hecho de que son.
De las mayores sangrías sociales, es esta de no querer cambiar y disfrutar de que la cosa esté como esté para así todos (me incluyo) convertirnos en opinólogos, panelistas de una estúpida mesa de un utópico debate, sin querer abordar ninguna solución y mucho menos la de acordar algo.
La cosa a la que se refieren con tamaña determinación, es una persona, igual que todos/as. Que triste creer que la posibilidad de "opinar", automáticamente nos eleva un peldaño y tenemos autoridad para precisar de que un devenir en tiempo no alteraría la "cosa", en adelante, Persona.
No cambia, escucho con sonrisa pedante. ¡No cambia porque no estamos dispuesto a adaptarnos! ¡No cambia porque somos nosotros quienes no cambiamos! No cambia, porque no estamos preparados para ver  el cambio. Hace poco que aprendí algo muy interesante, sospecho que con el tiempo lo profundizaré, es la "profecía autocumplida" y en pobres vocablos es precisamente tener el determinismo como certeza de que nada se va a lograr a la hora de empezar algo nuevo, transformándose eso que no cambia en la triste realidad.
Agradezco siempre al bien ponderado silencio que me interpela, me grita y me acusa de estar bastante quieto, gracias por ser el móvil que me traslada a los oscuros pasadizos de enigmas muy poco cuerdos.

                                      .egui.