miércoles, 24 de noviembre de 2010

¿Siempre hay algo que decir?

¡Claro que no! No se tiene que decir porque si, no se tiene que decir por decir, no se debe llenar el espacio vacío con vanalidades, y mucho menos consagrar de vanas a las palabras, porque al final de tanto usarlas hasta ellas mismas se encuentran desencontradas de su natal concepción.
No estoy hablando de coyunturas esporádicas o lejanas; cosas de todos los días se van degenerando precisamente por ser de todos los días y no de un único día porque al tomar conciencia de que el día es único, creo fuertemente que toda acción, palabra o cualquier ejecución de la voluntad sería pasado más a menudo por el colador de la reflexión. Junto con la toma de conciencia de que el día es único, sería estúpido aclarar que cada instante que compone esta medida cronológica que dimos a llamar día, también es único. Y vamos llegando al meollo...
Haciendo el esfuerzo de tener presente que cuando algo se lleva a palabras o acciones ya no hay vuelta atrás, tal esfuerzo nos va a servir para darnos cuenta de algo que respetamos muy poco y nos antecede y nos trasciende; esto tan poco respetado es el Silencio. Y digo respetado porque el silencio ya existe, no es necesario hacer silencio, el silencio ya esta hecho, esa es la razón por la cual hay que respetarlo, y no hacerlo. El silencio es dueño de todo, amigo inseparable del aire, compañero de luces y sombras, de fuegos y celestes, de ocasos y crepúsculos, de agua y de tierra, de montañas y llanuras, de la pampa y la estepa, de andes y alpes, de sur a norte, de este a oeste.
Habita desde el lugar más grande al más pequeño y su mayor virtud... su silencio. Se humilla ante el ruido aunque es más fuerte, nos respeta aunque somos más debiles, nos escucha que no es poco y lo que me parece más maravilloso, se deja utilizar en todo momento si descubrimos el correcto uso y funcionamiento.
Por eso hagamos el esfuerzo de respetarlo, inclusive hasta en lo más cotidiano, no es necesario hablar todo el tiempo, más aún si estamos acompañados, dejemos lugar a Silencio. No es obligación hacer ruido siempre a pesar de que la urbanización lo enseñe, en cambio, si es menester, respetarte Silencio...
Ahora bien, si lo respetamos, estemos preparados porque cuando se le da lugar, Silencio sabe hacer ruido, sabe gritar y hacerse oir con inefables alaridos que desgarran íntimas fibras pero con una hermosa diferencia... todo eso lo hace en nuestro fuero interno.

.egui.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

¿Usted qué pregunta?

Usted que pregunta y no espera ninguna respuesta, más aún no quiere escucharla!
¿Por qué se pregunta? ¿A quién pregunta? ¿Para qué pregunta? ¿Cómo pregunta?
Evidentemente la pregunta en el uso cotidiano de la misma ha llegado a ocupar lugares que no le corresponden, un saludo habitual de los tiempos que corren es: ¿Cómo andás? cuando en realidad el saludo es otro: un apretón de manos, un abrazo, un beso, un choque de palmas y después de esto sí viene la pregunta como el móvil que lleva a disparar la primera charla de la jornada, del momento presente. Y usted me dirá, yo no logro discernir los dos momentos, el del saludo y el de la pregunta; y un poco de veracidad tienen tal comentario porque pasa que a veces saludamos a personas afines, queridas por nosotros, la diferencia de los momentos es notoria, cuando las personas son desconocidas, etc.! o digame usted si después de saludar al novio de la prima segunda de la tía Pochi que se fue a vivir hace 25 años a Kazajistán, a usted le causa el mismo efecto?
Entre el saludo y la pregunta va a existir un abismo de tiempo, de distancia y de sensaciones que nos hacen percatar de que existen dos momentos que no siempre son compatibles, en especial con aquellos que acabamos de conocer o con quienes no nos agradamos.
Volviendo a la pregunta, hagamos el esfuerzo para que cada vez que preguntemos estemos esperando anciosamente la respuesta, para aprender, para conocer, para que nos den luz, para que nos guien; más aún intentemos por todos los medios de sacarle fruto a esa respuesta!
En cambio, si usted pregunta y ya tiene su esquema responsorial armado, si usted pregunta animoso de escuchar algo incorrecto, si usted pregunta y deja de escuchar, si usted pregunta y desestima, si usted pregunta y se responde solo, si usted pregunta y no existe de su parte apertura... Yo le pido por favor no pregunte más! No está dispuesto a que venga una respuesta! No moleste! Ni mucho menos interrumpa!
Es menester en los tiempos que corren saber preguntar, no desestimemos tamaño móvil que siempre tiene por fin arrimar conocimientos sobre la oscuridad de la ignorancia. Aprendamos a preguntar y estemos presurosos de escuchar una respuesta porque nunca más vamos a poder volver al estadio anterior.

.egui.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Me doy la Bienvenida!

Acabo de llegar a un lugar, donde tengo la sospecha que se va a hacer difícil salir, pero bueno. Un poco por inquietud, otro por ganas de compartir, otro tanto por intriga y quién sabe, quiza el mayor porcentaje se lo lleva la propia iniciativa.
Ahora bien... en este humilde y sencillo acto daré comienzo a este nuevo espacio donde absolutamente nadie sabe que se publicará, más aún, ni siquiera yo.
Una certeza, cuestionar la tiranía de lo convencional o establecido; entre todos.



De ese lugar también costó salir, pero la llegada fue épica. El fin de todo Éxodo es la Tierra Prometida.

.egui.