
Nunca mejor acompañado. Yo disfruto mi soledad, aprendo de mi soledad, me conozco en mi soledad, charlo con mi soledad, discuto, me enojo pero siempre terminamos compartiendo una mirada y asegurándonos que nunca más nos vamos a poder separar. Tampoco queremos separarnos eso está claro, nos hemos ayudado tanto, tantísimos recuerdos compartidos, carcajadas solitarias y nuestras en la densidad de una noche llena de gente, de gente que no aprende a estar solo entre muchos.
Hago una aclaración (me molesta y debería no hacerla pero bueno...) cuando hablo de soledad no me refiero a un estado civil, o coyuntural, mucho menos despreciando la invaluable compañía de aquellos que tengo a mi lado; cuando hablo de soledad refiérome a la hermosa posibilidad de disfrutar y anhelar la soledad en lo cotidiano y no tanto.
Ella va a ser mi eterna compañera, ya nos elegimos, no importa el tiempo que pase sin vernos, los momentos sin nosotros, los distanciamientos, las ganas de cambiarnos por ruidos y aturdimiento, gentíos y masificación, nada importa a la hora de estar solos. Es el tremendo desafío de pasar de un estadio a otro, asevero que aquel que lo hizo cuesta mucho volver a lo mundanamente establecido; porque cuando se aprende a estar solo, cuando no aturde estar solo, cuando gusta estar solo, cuando se saborea la soledad, cuando nos encontramos estando solos, cuando queremos estar solos y dispuestos a convivir con nosotros podemos tener la oportunidad de encontar un fondo inagotable de conocimiento de nosotros mismos y de soledad.
Y aunque esto parezca de lo más egoísta... permítame una defensa adelantada. Solamente cuando tomemos conciencia y estemos dispuestos a conocer nuestra intimidad, nuestro interior, nuestra soledad y la aceptemos como buena compañera; recién ahí va a ser que estemos preparados para la relación con nuestro exterior, con nuestros amados, con nuestros pares.
Reivindico la vapuleada imagen vendida de la soledad, Soledad no es mala, no muerde, no le tengan miedo y tengan en cuenta que siempre estuvo.
Ella va a ser mi eterna compañera, ya nos elegimos, no importa el tiempo que pase sin vernos, los momentos sin nosotros, los distanciamientos, las ganas de cambiarnos por ruidos y aturdimiento, gentíos y masificación, nada importa a la hora de estar solos. Es el tremendo desafío de pasar de un estadio a otro, asevero que aquel que lo hizo cuesta mucho volver a lo mundanamente establecido; porque cuando se aprende a estar solo, cuando no aturde estar solo, cuando gusta estar solo, cuando se saborea la soledad, cuando nos encontramos estando solos, cuando queremos estar solos y dispuestos a convivir con nosotros podemos tener la oportunidad de encontar un fondo inagotable de conocimiento de nosotros mismos y de soledad.
Y aunque esto parezca de lo más egoísta... permítame una defensa adelantada. Solamente cuando tomemos conciencia y estemos dispuestos a conocer nuestra intimidad, nuestro interior, nuestra soledad y la aceptemos como buena compañera; recién ahí va a ser que estemos preparados para la relación con nuestro exterior, con nuestros amados, con nuestros pares.
Reivindico la vapuleada imagen vendida de la soledad, Soledad no es mala, no muerde, no le tengan miedo y tengan en cuenta que siempre estuvo.
Este comentario se lo hago a los dos... a ustedes dos que saben generar encuentro en la distancia con el sólo hecho de tirar ideas al aire y dejarlas hacer lo suyo... en la mente de los que nos animamos a dudar de vez en cuando.... Un abrazo y a ustedes va la última de las publicaciones...
ResponderEliminarInolvido en este largo presente, aquella mañana en Jakob dónde 4 amigos estuvieron juntos y solos disfrutando la creación.
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