En esta tremenda transición de querer demostrar que se va "progresando" una vez más las palabras vuelven a convertirse en armas para disparar contra la Madre Naturaleza. Se ha instalado fría y detalladamente cada vocablo para que suene mas decoroso, armonioso, tratando por vigésimo quinta vez escondernos la verdad.
Directamente ya no se habla mal, se miente... todo vaciamiento maliciosamente calculado tiene por fin llenar de información errónea, dolosa y ficticia cualquier idea o concepto. Mancharlo, ensuciarlo, injuriarlo, cuando bien se sabe que aquellas cosas que van en contra de la Naturaleza pueden permanecer un tiempo y causar profundos dolores pero como su esencia no es natural son víctimas del tiempo, que les derriba con toda su autoridad aquellas vagas teorías que trataron de derrocar a la Verdad Natural. Inclusive cuando estas teorías se llevan a prácticas, cuando estas prácticas se transforman en usos y costumbres, cuando estos usos y costumbres se tipifican en leyes, incluso cuando parece socialmente aceptado; nada ni nadie es capaz ni tiene la facultad de trascender la Naturaleza y el tiempo... fuerzas irrefrenables.
La Verdad no necesita disfraz, como tampoco suavidad al anunciarla; obviamente que el anuncio tiene que encuadrar el respeto por nuestro prójimo. Cada cosa tiene su nombre y por su nominación es que hay que pronunciarla.
¿Desde cuando al homicidio se le llama decorosamente "interrupción del embarazo"?
¿Desde cuando "despenalizar" algo que daña es bueno?
Tras una bizarra fachada de "progre" nos están acostumbrando a escuchar que los males son naturales y necesarios.
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